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Economía digital , el dolor de muelas de la economía real.



Comercio electrónico , servicios de pago en línea , computación en la nube , interfaces de trueque entre particulares… Una variedad de herramientas que hacen de la transformación digital una nueva realidad. Sus beneficios , aquellos que corroboran el proceso de digitalización , lo refrendan: peculiares maneras de negocio , nuevos bienes y prestaciones , novedosas formas de creación de empleo. No obstante , todo ello va en detrimento de la economía real , un cementerio de elefantes que cada día vierte más estiércol sobre su propia tumba y que , aquellos rezagados , reacios a las nuevas formas y tecnologías de comunicación e información ,desprestigian continuamente para justificar su ineptitud ante el cambio inminente.



No obstante , estas oportunidades tienen aparejadas algunos retos que perjudican gravemente  a toda la sociedad , puesto que la economía digital tampoco ha transformado el mercado laboral tanto como se esperaba . Si bien es verdad que ahora hay empleos totalmente nuevos , como las flotas de conductores uber , los negocios derivados del e-commerce , inteligencia artificial o big data , la población no cambia de trabajo tan amenudo como antes , puesto que la digitalización también es responsable de la desaparición de un montón de puestos de trabajo , no solo por la automatización de los procesos , sino por cuestiones como las compras en línea , que han dejado a cientos de trabajadores minoristas sin empleo. La cuestión es compleja , en realidad ,  dicha automatización y robotización del área productiva , demuestra que la productividad aumenta considerablemente , aunque no el salario real de los trabajadores. Es un trilema difícilmente resoluble : digitalización , productividad y empleo.





(Observamos una gráfica muy interesante donde se observa la disrupción entre la productividad por hora efectiva trabajada con los sueldos pactados en convenios de empresa , mostrando una relación inversamente proporcional).


Ello justifica la afirmación anterior donde , se comprueba como los salarios nominales al alza con la productividad laboral , no reflejan un incremento en la mismo proproción que con los reales , pues no reflejan el número de horas efectivamente trabajadas por el empleado.Más aún , el cambio coincide en una época donde la economía digital no ha propiciado una generación de empleos bien remunerados dado que la consolidación de dicha economía ha coincidido con mercado laboral extraordinariamente débil , donde cada vez el ciclo de vida del producto es cada vez más corto , y los trabajadores son sustituidos por máquinas más eficientes que ratifican esa rapidez en el periodo medio de maduración.



Asimismo , lo sorprendente , y de ahí lo inquietante , es ver cómo la economía digital se ha vuelto perfectamente estable. Ya que , desde su irrupción , era de suponer que internet y las economías digitales iban a  estimular la competitividad y dificultar la dominación del poder por parte de las empresas tradicionales. Ya que , esta venía abanderada por sus bajas barreras de entradas unido a sus reducidos costes de cambio ,  como preludio para perpetuar , ya de sí de manera definitiva , una rotación en la cima de los grandes , en términos de facturación y costes. De ahí que se de la siguiente situación en el gráfico posterior.





En el análisis , no asistimos verdaderamente  a una segregación del mercado , por comportamientos de compra diferentes entre consumidores con características homogéneas , es decir , una segmentación de mercados , sino que estamos viendo cómo , en la práctica , las plataformas representan la mayor fuente de valor , es decir , los peces gordos , gobiernan el mercado a través de un lucrativo oligopolio , donde a veces compiten , y otras cooperan , pero al final cada uno de ellos ejerce un sólido control sobre sus mercados claves , estabilizando las ventas , y atrayendo a más consumidores.




En definitiva , no es que la tecnología digital , en el ámbito de la economía , sea el mal de males , puesto que su amplia red de información a la hora de comprar bienes y servicios , los costes de oportunidad evitados en base al ahorro de tiempo y forma , así como su almacenamiento de datos , costes reducidos y barreras de entradas lo avalan. El problema es cuando , unas herramientas que podrían ser perfectamente beneficiosas, convertibles y adaptables para la sociedad en general , y lograr una interdependencia entre los objetivos sostenibles a largo plazo , los del trabajador  y objetivos de eficiencia y rentabilidad de la empresa , no van de la mano. En este sentido , quien controla el capital y la tecnología predomina , en épocas donde el factor trabajo pierde fuelle por la influencia de las nuevas tecnologías.



Ignacio Santos Domínguez


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