Tras las pasadas elecciones en Estados Unidos , el 3 de noviembre de 2020 , se abrió un nuevo panorama político al frente de la administración Biden , y con ello , una era de controversia y fricción de la sociedad estadounidense . La polarización política en el país , acrecentada como nunca tras los últimos meses de campaña , trajo consigo numerosas muestras de sus devastadoras consecuencias , una de ellas , el asalto al capitolio , días antes de la investidura del presidente Biden.
No obstante , el país “ de las oportunidades” afronta una nueva época de regeneración democrática , por la mala imagen mostrada ante el mundo tras lo ocurrido , combinada con una etapa de cambio de una nueva administración , la del presidente Biden , quien debe refrendar lo prometido en sus promesas electorales. La pregunta es ¿ diferirá mucho de las del presidente Trump? ¿ Acaso son incompatibles? Vivimos una era donde el sectarismo ideológico enmascara cualquier forma de hacer política bajo pretextos de políticas económicas más “de izquierdas” referidas al partido demócrata , o bien , más “ de derechas” referentes al partido republicano. Pero ¿ será cierta esta condición como premisa para alcanzar un crecimiento económico? Lo veremos.
Tanto Trump , como el ahora presidente Biden , prometieron en campaña medidas en materia de política económica muy adversas : en cuanto a política fiscal , uno promueve una rebaja general de impuestos , que busca ahorro a las rentas medias , lo que permitirá a las empresas ser competitivas. No obstante , el otro plantea revertir esa misma política fiscal , aumentando el impuesto a los ricos y a las corporaciones , utilizando esos mismos ingresos , así como el gasto deficitario para mejorar la infraestructura del país y cambiar una producción de energía limpia , creando puestos de trabajo. Aunque , precisamente , Trump en lo relativo a la creación de empleo prometió hacer lo mismo que en su primer cuatrienio : desregulación y reducción de impuestos.
Si observamos el análisis , vemos cómo se dispone un puzle con distintas piezas , ambos tienen las mismas con objetivos similares, aunque es imperativo que encajen , pero lo harán de manera diferente de acuerdo al procedimiento que habrán seguido para colocar dichas piezas. El puzle son las reglas de juego : democracia , procedimientos limpios y transparentes , mayorías y minorías para aprobar proposiciones , y dentro de dicho contexto institucional ,en donde se enmarcan las reglas de juego , donde deben mover sus piezas , en este caso , las de Biden serían las siguientes: subidas impositivas , regulación , reorientación económica , salario mínimo , producción “verde”. Mientras que las de Trump , por el contrario , serían las siguientes: rebaja masiva de impuestos , iniciativa privada , competitividad , productividad. Y así , es como cada uno forma su puzle , de una forma y dimensión diferente , unos más inflados que otros diríamos…
No obstante , persiguen los mismos objetivos , para conseguir una mayores y mejores infraestructuras , divergen en la consecución de estas , pero no en el resultado. Mientras Trump cree que para generar crecimiento , crear empleo y elevar la productividad se debe potenciar la inversión pública , (eso hará que estimule la inversión privada para la creación de carreteras , puentes , túneles o aeropuertos ), es decir , en infraestructuras.
Biden , para lograr el mismo objetivo , defiende la subida de impuestos a las grandes compañías y corporaciones , utilizando dichos ingresos para subir el salario mínimo y así apostar por el cambio productivo hacia las infraestructuras tecnológicas y de renovables , creando puestos de trabajo en proceso. Vemos como dentro de las mismas reglas de juego , el efecto encaje de una de sus piezas con otra , provoca que nuevamente , una diferente se adapte a la forma de las demás.
Lo realmente curioso en todo este juego y tejemaneje político , es muchas de las veces , la polarización existente en estados unidos , es meramente un reflejo de sus políticos quienes , en campaña promueven una políticas económicas muy sectarias e ideológicas , que muchas veces en la práctica no se pueden dar. Cuando un país , el caso de Estados Unidos , se ahoga por su reciente inflación que alcanza en noviembre un pico del 6,8 % , la mayor subida en 40 años. Evidentemente , no está capacitada para subir el salario mínimo , porque ello implicaría una subida masiva de impuestos , en un momento donde , si el consumo es igual a la inversión , no habría consumo , por lo que desaparecería la inversión , y estaríamos sobrecalentando la economía.
Pongo de manifiesto este contexto , para explicar que , dependiendo de la situación económico-financiera que viva cada país , se deben adaptar una políticas económicas más bien de “un lado u otro” , para ser pragmáticos en la búsqueda de las soluciones más sensatas. Ya que , si bien Trump redujo el Impuesto de Sociedades desde el 35% al 21% ,Joe Biden pretende subirlo del 21% al 28% , una subida masiva de impuestos a las grandes corporaciones como prometió . No obstante , criticó a Trump por dicha bajada mayúscula , pero nunca volvió a incrementarlo hasta el 35% de le época de la administración Obama , porque en realidad sabía que le vendría bien que lo bajara considerablemente , para que tuviera margen de maniobra para no subirlo tanto , con una diferencia recaudatoria de un 7% , que en estos tiempos de inflación , hubiera ahogado al sector privado.
( Por tanto , en la práctica podemos decir que , en realidad , las políticas fiscales de Trump , se llegan a asemejar a las que Obama empeló en su momento , de ahí su caricaturación , mostrando la misma cara , por eso , decimos que la economía es una tapadera política).
Todo ello , por incongruencias políticas con posiciones dispares , que posteriormente , en el trasfondo económico no son así. Puesto que está demostrado que los posicionamientos dogmáticos con la economía son incompatibles , y más de un político ha tenido que tragarse sus palabras. Ocurre algo parecido con la guerra comercial en China , tema de candente actualidad . Todo empezó por el intento de Trump de equilibrar la balanza comercial con China , una de las primeras razones para imponer aranceles en Pekín , aunque eso no impidió que el superávit comercial de China respecto al de Estados Unidos subiera en 31.653 millones de dólares.
En este sentido , una de las promesas electorales de Biden fue frenar la guerra comercial y la agresividad que se había producido con el país oriental. No obstante, una vez llegado al poder , no desaparecerían las fricciones , y los demócratas ocasionaron un giro sorprendente abandonando su respaldo casi por completo a los acuerdos comerciales internacionales adoptando una actitud más dura en este sentido. Lo curioso de todo ello , es que meses después de la campaña y ya un tiempo transcurrido desde las elecciones , ambos partidos coincidían en lo mismo existía un cierto consenso un cierto consenso en ambas partes en establecer medidas de protección de la propiedad intelectual, vigilar la tecnología y establecer políticas antimonopolio".
Al fin y al cabo , se demuestra que las apariencias en política son importantes a la hora de mantener una posición vigilante y confrontativa con el adversario , para presumir de sus políticas económicas a la hora de impulsar cambios estructurales . No obstante , se adueñan de la economía como una herramienta para encubrir su tapadera política ¿ está el vaso medio-vacío o medio-lleno? En realidad , la economía ayuda a esclarecer esta cuestión , puesto que solo se encuentra a la mitad , aunque a muchos les interese verlo un poco más lleno o más vacío. En definitiva , las políticas en el poder , no obedecen realmente a una ideología , sino que se dedican a conservarlo. Y la economía normativa se convierte en un arma poderosa para llevarlo a cabo , aunque realmente siempre acaba predominando la positiva.
Ignacio Santos Domínguez
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